CONSTITUYENDO EL
LEGADO
Los 90, la época que hizo a Colombia consciente de su propia diversidad. el mundo trataba en encontrar un equilibrio mientras se unía para crear su legado.
“Su reconocimiento será mi mejor estímulo para continuar colaborando en el servicio público hasta que Dios, nuestro Señor, me lo permita”, así cerraba Augusto Pinochet su discurso de despedida el 10 de marzo de 1990, un día que marcaría el nuevo comienzo para Chile y para Latinoamérica. Se terminaba la última dictadura militar de la época.
Los regímenes autocráticos de América Latina fueron una consecuencia directa de la Guerra Fría, un intento de Estados Unidos para proteger a su región del comunismo. Pero los 90 estarían marcados por la reciente caída del Muro de Berlín, derrumbando con él a la Unión Soviética y declarando el fin de la guerra silenciosa entre potencias mundiales.
Era una época de cambios en el mundo, y también lo fue en Colombia. La Séptima papeleta fue el inicio del nuevo modelo de principios de un país que necesitaba salir delante de entre los escombros de la violencia. La nación buscaba un renacer político y social que reconociera la diversidad y complejidad de su territorio, fue así como nació la Constitución Política de 1991. El movimiento constitucional fue uno de muchos esfuerzos de la juventud colombiana por mejorar su patria.
En esta década se dio la aparición de los grupos paramilitares, que, actuando por fuera de la ley, pero en colaboración con los altos mandos del Ejército, silenciaron las voces de quienes querían cambiar y mejorar el país a través del pensamiento. Jaime Garzón fue asesinado el 13 de agosto de 1999, y el sentimiento de todo el país se expresó en las palabras de César Augusto Londoño: “Buenas noches, país de mierda”. Pero su legado ha permanecido vigente aún después de más de 20 años, pues ha sido un referente de la alegría en medio de la dificultad que caracteriza a Colombia.
Y así, entre la piedad y el temor, el país trataba de encontrar un equilibrio, encaminándose a la catarsis.