Los caminantes de Nueva York quedaron atónitos al ver cómo un avión chocaba contra una de las Torres Gemelas del World Trade Center. Fue un momento que cambió al mundo. El inicio del milenio, el siglo y la década se vieron permeados por la guerra, enmarcada en el concepto de terrorismo.

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La cultura popular se vio inmersa en esta conversación sobre la violencia y la realización de productos culturales lo reflejó. Era común encontrar películas sobre el conflicto en Medio Oriente, y en el caso de Colombia se empezaban trasmitir las narconovelas. El patriotismo estadounidense estaba más vivo que nunca y debido a la tragedia nadie se atrevía a cuestionar a la potencia norteamericana.  

Una nueva era bordeaba la historia colombiana, Álvaro Uribe Vélez llegó a la presidencia con su política de seguridad democrática, gracias a la cual se reforzó el poder de los grupos paramilitares. Asimismo, muchas personas vieron en esta figura una alternativa para tener una nación distinta y más tranquila. Él arremetió contra las guerrillas, siendo su objetivo político la liberación de los secuestrados y en esa línea tuvo gran protagonismo la Operación Jaque, en la que fue liberada Ingrid Betancourt. 

 

No obstante, el paso de Uribe por la Casa de Nariño no solo estuvo rodeado por hechos "gloriosos”. La muerte de jóvenes inocentes, en un fenómeno sistemático de ejecuciones extrajudiciales, conocidas como los “falsos positivos”, generó uno de muchos antecedentes en su expediente. La relevancia de este mandatario sigue vigente. 

 

A pesar del contexto en dicho momento, nuestra generación veía todo con ojos inocentes y con perspectivas diferentes. Para nosotros, los 2000 representan los felices momentos de nuestra infancia, la cual constituyó una parte fundamental de nuestra vida ya que fue el primer encuentro con los productos que marcarían la forma en la cual percibiríamos el mundo a través del arte. 

 

Colombia se ha caracterizado por tener una historia marcada por hechos atroces derivados del narcotráfico, las guerrillas, los paramilitares, la corrupción y el bipartidismo político. No obstante, los colombianos han sabido sobrellevar la memoria y la carga de una guerra sin sentido, para transformarlo a su favor y llegar fuertes a un nuevo milenio.